Me despierto en el sofá. Intento levantarme pero no puedo. Mi cuerpo yace inmóvil. No entiendo que pasa. Recuerdo haberme quedado frito viendo la televisión, pero no hice nada fuera de lo común. Vuelvo a probar fortuna una y otra vez. Finalmente lo consigo. Una vez en pie, miro atrás. Ahí sigo yo, con los ojos cerrados y la cabeza caída. Mierda. Esto es un puto sueño. Estoy viéndome a mi mismo y no puedo hacer nada para despertarme. Debo intentarlo. Decido cogerme y estamparme contra las estanterías. Sigo dormido. Tirarme un taburete en la cabeza. Nada. Suena el timbre. Es mi madre. No tiene llaves y no puede entrar. Es mi oportunidad. No obstante, me hace gracia y me escondo dentro del congelador. Soy tonto. Uno en el suelo con una estantería encima y otro con un salmón en el culo. Se va. No puedo salir. Qué coño hago yo aquí dentro. Patada al congelador. Se abre. Tengo que conseguir que mi madre me vea. Voy corriendo hacia la puerta, la abro y salto por el balcón. Ella no me ve. Estoy inmóvil en el suelo. Nadie puede verme. Es mi oportunidad de sacar tajada. La puerta de los vecinos está abierta. Me levanto y entro por ella. La cierro bruscamente para asustarles. Oigo pasos que me intimidan y salgo corriendo. Que valiente soy. Estoy harto. Veo a un señor por la calle y me desnudo frente a él:
- Que cerdo eres niño.
- ¿Cómo puedes verme? Que te den por culo.
- Préstame el salmón.
Me despierto en el sofá.
- Que cerdo eres niño.
- ¿Cómo puedes verme? Que te den por culo.
- Préstame el salmón.
Me despierto en el sofá.

No hay comentarios:
Publicar un comentario